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DAVID EL BUFON (castrati, fagot y zanussi)

De David, el bufón de la Corte

En el bullicioso corazón de la Corte, donde las intrigas y las formalidades a menudo se entrelazan como danzas de sombras, resuena el eco de una risa distinta: la de David, el bufón. Con su gorro de cascabeles y su atuendo de colores chillones, este maestro de la burla y la sátira no es solo un payaso, sino el espejo que devuelve a los nobles su propia imagen, deformada por el cristal de su ingenio.

David no teme a reyes ni señores, pues su lengua afilada danza en la frontera entre la insolencia y la verdad. "El bufón puede decir lo que el cortesano calla," dice, mientras un cascabel resuena al final de su frase. Y así, con un chiste bien lanzado o una imitación burlona, desarma tensiones y arranca carcajadas incluso a los rostros más solemnes.

Pero David no es solo un maestro de las palabras. Sus gestos son ágiles como los de un danzarín, sus malabares hipnotizan, y su habilidad para cambiar de voz y personaje hace que un salón entero quede embelesado. Los niños corren tras él, las damas le aplauden, y los caballeros intentan, en vano, esquivar el filo de sus comentarios.

Sin embargo, detrás de su máscara de risa y juego, David observa todo. Su mente es un archivo vivo de secretos, intrigas y pasiones. Sabe quién conspira contra quién, quién guarda amoríos prohibidos y quién se oculta tras sonrisas falsas. "El bufón ve lo que el rey ignora," susurra a menudo, con una sonrisa que esconde más de lo que revela.

Así, David se mueve por la Corte como un relámpago de colores, llevando alegría y desazón a partes iguales. Porque en su risa hay verdad, y en su burla, justicia. Y aunque pocos lo admitan, todos saben que, en su jocosidad, David el bufón es, quizás, el único hombre verdaderamente libre en la Corte.


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